Juntas de embarra en La Colorada, Veraguas, una herencia española.

Por: Arquitecto Sebastián Ariel Aguilar Medina.
arq.sebastianaguilar@yahoo.com

A partir del Siglo XVI se realizan las visitas de los españoles a territorio de la actual Panamá, fundando varios pueblos, algunos de los cuales aún existen, y dejando mucha herencia tanto en el ámbito gastronómico, cultural, lingüístico, musical, constructivo entre otros. Hoy escribiremos sobre un sistema constructivo muy tradicional de algunas áreas, no solo de Panamá, sino también de muchos países latinoamericanos y que hoy muchas son consideradas patrimonio cultural.

Específicamente hablaremos de la comunidad de La Colorada, hoy Corregimiento de La Colorada, muy cercana al centro de la ciudad de Santiago de Veraguas, República de Panamá, con esta tradición folclórica de Junta de Embarra la cual sus pobladores han sido guardianes de que su cultura y patrimonio se mantenga vivo con el pasar de los años. El lugar donde hoy se encuentra La Colorada, se empezó a poblar desde lo que hoy llamamos Plaza Centro o Llano Centro y Plaza Abajo o Llano Abajo, poblado en su mayoría por la Familia Mojica. Las Familias oriundas de otras comunidades, en su mayoría, se asentaron en lo que hoy llamamos Llano Arriba o Plaza Arriba. Son las 3 plazas que configuran la comunidad y trazan un límite imaginario o un ordenamiento de La Colorada. (Mojica, Samuel, 2014). Los primeros sistemas constructivos utilizados en La Colorada, fueron los autóctonos de nuestro país, en su mayoría eran ranchos de paja Natá y maderas, confeccionados por lo general de dos modelos, en forma ovaladas también llamadas “toldas” o en formas cuadrangulares de 4 aguas, otro sistema constructivo de las primeras casas era con hojas de caña de azúcar “cogoyo” y paredes de madera conocidas como bajareque. Los techos eran de paja en sus inicios y fueron luego evolucionando a tejas de barro. Y los pisos generalmente de tierra. Otro material con el que se construían las casas era con caña brava.
         

A medida que iba avanzando el siglo XIX y al mantener contacto con otras poblaciones con otro tipo de arquitectura, las casas cambian al estilo conocido como “Estilo Cañón”, con paredes de barro, techos de tejas y piso de tierra.  Las familias más humildes siguen con techo de paja y las más pudientes con techo de tejas. Aquí es cuando se empieza a implementar en La Colorada, el sistema constructivo grupal denominado “las juntas de embarra” muy tradicionales y comunes en casi todos los poblados con descendencia españolas.

El maestro Samuel Mojica, nos hace una descripción precisa del protocolo cultural que se desarrollaba desde antes de iniciada la obra, hasta cuando esta quedaba culminada. Indica, que la participación era colectiva, de diferentes miembros de la comunidad, seleccionados de antemano, con experiencia en la materia para realizar y dirigir estas obras. Este proceso era conocido como juntas amarradas, se distinguía un grupo de personas con el rango de capitán o capitana, otros como alférez o pajes los que tenían la obligación de entregar la vivienda debidamente terminada. Las invitaciones para dichas juntas, se les hacían a los capitanes, alférez y pajes de antemano, enviándoles un bastón debidamente arreglado con prendas de oro, que debían ser devueltos a la hora de recibir la misión encomendada.

El capitán era el llamado a dirigir todo el trabajo como el embalse, colocar estructura y cubierta de techo, elaborar el terraplén y otras labores. La capitana se encargaba a todo lo relacionado con los alimentos para los trabajadores, familiares e invitados, la bebida y la atención. El alférez o pajes, completaban y ayudaban en las labores de los capitanes. Se iniciaba primero con la construcción del esqueleto o armazón de la futura vivienda, lo que se realizaba el día anterior de la Junta de Embarra. Esta estructura se trabajaba con madera de Cedro Amargo o Macano, y los otros elementos con cañazas. El día de la Junta de Embarra se procedía con la se mezcla la tierra, la paja y el agua. Esta mezcla es amasada por los participantes con los pies descalzos, entre salomas, gritos y cantos, donde se demostraba la unión de la comunidad y la alegría de construir un nuevo hogar en la comunidad conde compartían. A la hora de la cena se les hacía distinción especial a los constructores de la obra, los capitanes, capitana, alférez y pajes, con una comida especial para ellos a diferencia del resto de los participantes.  Al terminar la obra de la residencia, el esposo y la esposa eran paseados en sillas improvisadas con los brazos después de haber terminado la obra alrededor de la residencia nueva, celebrando con música, y toda clase de salomas y gritos de alegría demostrando la satisfacción de haber creado una obra que albergaría una nueva función social y familiar.

Este sistema constructivo se mantuvo en La Colorada hasta el Siglo XX y dentro de las edificaciones de quincha estaban la primera Capilla de la comunidad fue de quincha con techo de paja, la primera escuela en La Colorada, que se inauguró el 22 de marzo de 1924, que contaba con 3 aulas de clase, con paredes de quincha, techo de teja y piso de ladrillo, las residencias de los Señores Pedro Mojica, Rogelio Mojica, Ovidio Mojica Mojica (Plaza Sur), Santiago Mojica, todas de barro, teja y piso de ladrillo, con dos aguas. En Los Hatillos, la Escuela de dos aulas que estuvo de pie hasta casi 1958 de paredes de quincha con techo de tejas. Las tejas de estas edificaciones se traían de Chupampa de Ocú o se construían de manera artesanal en La Colorada, su proceso era de secado al sol.

Las juntas de embarra, tenían una estrecha relación entre la cultura y la parte técnica, paso a ser parte de las costumbres sociales de nuestros pueblos, lamentablemente, con la modernización de las construcciones y nuevos materiales, poco a poco la comunidad de La Colorada, como muchas comunidades de la Provincia de Veraguas, fueron abandonando la construcción de las casas de quincha y la tradición de las Juntas de Embarra, solo quedan pocos vestigios de lo que fue un sistema más característicos de nuestros poblados.

En La Colorada solo queda la vivienda del Señor Salomé Batista, en quincha y se encuentra en muy mal estado y se ha mantenido por la voluntad de su propietario. Como parte importante de la identidad de nuestros pueblos, vale la pena rescatar esta tradición autóctona, ya que tienen un gran valor cultural y son parte del Patrimonio de este y muchos lugares de nuestro país.

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