Por Aquilino Ortega Luna
¡Se necesitan periodistas comprometidos con el cuestionamiento de los líderes, dirigentes, políticos y gobernantes, sin temor a represalias y persecución!
Periodistas con el valor de inquirir tanto al presidente Nicolás Maduro en la misma Venezuela, como al recién elegido mandatario de EEUU, Donald Trump, en su recinto fortificado del Norte.
Periodista que no se muevan al son de marea mediática o política de ningún gobierno, sin precio por su pluma, y de altos valores éticos e íntegros de conciencia.
Profesionales de la Pluma, fiscalizadores de lo bueno y lo malo de todas las figuras públicas, que reproche los pasos equivocados a la oposición y que critiquen objetivamente y con cordura, las metidas de pata de cualquier gobierno, del pasado, del presente o del futuro.
¡Hay que dejar de hacer periodismo complaciente, ese que a los gobiernos les gusta leer, ver en televisión o escuchar en la radio, pero que se mantienen en la estratrósfera, haciéndole ver a los panameños que vivimos en el país de las maravillas!
Ya basta de los políticos que quieren manejar los medios con denuncias sin fundamento o con promesas irrealizables, de esos que llegan a los puestos públicos a enriquecerse a costa de las finanzas del Estado.
Se necesitan periodistas dispuestos a combatir los «show mediáticos», a investigar el meollo del asunto, a sacar a la luz los escándalos y los malos manejos de los fondos estatales.
Periodistas listos para desenmascarar a los políticos corruptos, a informar la verdad, a cuestionar, a indagar, a investigar a justos y pecadores, a buenos y malos, a gobernantes y gobernados, a plebeyos y a los de cuello blanco.
Fuera los políticos y funcionarios que llegaron a los puestos haciendo falsas promesas, y que se olvidan cuando llegan al de los pobres, de los niños descalzos y desnutridos que cargaron y besaron durante la campaña proselitista.
Se necesitan periodistas con credibilidad, armados de honestidad, que no se pinten de un color cada cinco años.
Periodistas que trabajen donde trabajen, su labor esté divorciada de la política, de la lisonja mediática, y los intereses mezquinos de los que dirigen la cosa pública.
Periodistas que no se conformen con simples declaraciones, que cuestionen, que vayan más allá de lo evidente y elemental, que escriban la verdad, tanto del hijo de la cocinera, del rey o de cualquier presidente.
Se necesitan periodistas de una sola pieza, imposibles de comprar y manipular, periodistas de acero, a los que la corrupción política no los pueda controlar ni penetrar.