Por: Marcela Galindo de Obarrio – Presidenta de la CCIAP
Vivimos en una coyuntura con retos reales e inminentes, donde por primera vez en mucho tiempo vemos por delante un futuro incierto. Sin embargo, una de las virtudes que todavía mantenemos es el ser un país destacado por ser pacífico. Los panameños nos caracterizamos por ser una sociedad donde priva la convivencia armónica y los extranjeros que nos visitan valoran enormemente nuestra ausencia de conflicto y seguridad.
Para poder avanzar hacia el desarrollo nacional de forma equitativa, el ambiente debe ser uno de participación constructiva y abierta, donde todos los actores aporten con un alto grado de respeto a los derechos de los demás, con el único objetivo de encontrar soluciones en beneficio de la población. Lo contrario es simplemente inaceptable.
Paralelo a eso, las autoridades están para salvaguardar el derecho a vivir en paz y sin temores, es decir, son ellas quienes tienen que promover y garantizar seguridad integral a toda persona dentro de la geografía panameña. La protección a la vida e integridad de las personas es un concepto amplio que incluye hasta el derecho a la libre circulación, y si bien hay derecho a protestar, todo aquel que atente contra lo primero debe ser sancionado ejemplarmente. En este sentido, no se pueden permitir más cierre de calles, que impidan a los estudiantes atender a sus clases, a los pacientes llegar a sus citas, al productor a poner su cosecha en el mercado, a los trabajadores llegar a sus puestos de trabajo, y otras acciones que afectan adversamente la buena marcha del país.
Permitir que una minoría trate de imponer su voluntad fomentando el caos significa hacer a nuestra institucionalidad cómplice de alterar la dinámica social que por voluntad mayoritaria están llamados a salvaguardar. No puede haber más condescendencia con actos que atenten contra los derechos de la mayoría. Amenazar con tomar acciones unilaterales para afectar al país es irresponsable.
Los panameños aspiramos a que se genere un ambiente propicio para el mejoramiento de nuestra calidad de vida. En que nuestros hijos se eduquen en un sistema cónsono para atender las necesidades del siglo XXI, aspiramos a un sistema de salud accesible y a un plan de pensiones que garantice que tendremos recursos económicos en nuestras etapas vulnerables de la vida. Queremos trabajar honestamente para tener un techo donde vivir y comida en la mesa para compartir con nuestras familias.
Solo con esos objetivos por delante y en un marco de respeto hacia las personas y la dignidad humana; así como, una participación equitativa de todos los sectores con objetivos claros, actores como la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá podrán formar parte de un proceso de encuentro, conversación abierta y discusión entre los diferentes sectores de nuestra sociedad que nos lleve a enrumbarnos al logro de los objetivos a los que todos aspiramos.
Mientras no asumamos esta responsabilidad no estaremos atendiendo las necesidades más importantes e indispensables de la ciudadanía. Ni la exclusión, ni las amenazas, ni las agendas que pretendan imponer generar bienestar a unos en perjuicios de otros son el camino que nos llevará a salir fortalecidos como sociedad.