Cargado de incertidumbre es la forma como algunos especialistas describen el mercado petrolífero, y no es para menos.
Tan variados son los factores que inciden en la producción y precio de un barril de petróleo, sea por el lado de la Oferta como por el de la Demanda, que hoy día sigue generando quebraderos de cabeza a todos por igual.
Quienes impulsan el uso de energías alternativas, parecieran desconocer lo difícil que es dejar de lado el uso de combustibles fósiles, cuando la interdependencia hacia este bien es de tal magnitud, que hacen que se mantenga su uso no solo como fuente de energía.
Algunos elementos, propios de la explotación de este preciado bien, denotan lo complejo de incursionar en un negocio con muchas áreas en las que difícilmente alguien tiene el control de alguna de ellas.
Aristas como, Costos de Exploración, posición geográfica, geología, capacidad de Producción, Refinación y Almacenamiento, Nivel de Reservas Mundiales, Reservas Estratégicas, Eventos Naturales, Eventos Terroristas, Eventos Político-Religiosos, Logística Global, Capacidad de Transporte, Salidas al Mar, Exploración y Explotación en Aguas Profundas, Nuevas Tecnologías y Petróleo de Esquisto, Eventos Militares, etc., son tan peculiares y la interdependencia es de tal magnitud, que cualquier factor que muestre la mínima perturbación genera un gran nivel de volatilidad en el precio de barril y para muestra de ello presento algunos hitos relevantes de este mercado.
A estos hechos podemos agregarle que la Invasión de Rusia a Ucrania, siendo el primero de ellos el Segundo Productor mundial de Crudo trastoca con creces el precio de este bien, peor aun cuando los países que deploran este evento han tomado la decisión de imponer restricciones a la producción de crudo y gas de Rusia profundizando las secuelas de este mercado.
Esto no es como cuando tienes problemas de abastecimiento de agua potable en casa y decides comprar un dispensador y los garrafones los cuales puedes adquirirlos en cualquier empresa que procese agua embotellada. Pues no, en este mercado, sustituir el crudo que produce Rusia por producción de alguno o varios productores no es tan fácil como abastecerse de agua embotellada o como apagar el switch de la luz.
Conociendo un poco los elementos que inciden en el comportamiento de la producción mundial de crudo, analicemos cómo este último evento militar ha repercutido en las economías y en especial en Panamá.
Existen dos (2) parámetros de referencia para la compra de derivados de petróleo a nivel mundial, a saber: el BRENT es el referente para el mercado europeo, pero los especialistas reconocen que este indicador marca el precio de compras del 65% de los distintos crudos a nivel mundial.
El otro referente es el West Texas Intermediate (WTI) y traza las compras del crudo ligero en los Estados Unidos, y es bajo este parámetro que muchos países en Latinoamérica, incluyendo Panamá, cotizan las compras de los derivados que se consumen internamente.
El cuadro que a continuación mostramos da luces sobre las cotizaciones mundiales de ambos indicadores y cómo se ha comportado cuando uno de los elementos más sensibles, como la acción militar, desborda esos referentes.
Como referencia previa podemos documentar que entre 2003 y 2005, los Huracanes Katrina y Rita dieron al traste con el 30% de la capacidad de refine de petróleo en el Golfo de México (Texas) lo cual generó incrementos entre el 18% y 50% del precio del galón de combustible en Estados Unidos respectivamente.
En enero de 2003 el precio del galón en los Estados Unidos de América era US$1.73. Un año más tarde ascendía a US$ 1.85 y en 2005 el precio subió a US$3.07/galón.
En los últimos doce (12) años, el comportamiento de este indicador ha sido una montaña rusa con valores superiores a los US$ 90 entre 2011-2014 y caídas drásticas como en 2020 con un valor menor a los US$ 40 por barril de petróleo.
Pero fíjense cómo el promedio de 2021 de US$ 68.24 se incrementa en 21.5% hasta un valor de US$82.91, solo en enero de 2022 antes de la invasión a Ucrania.
Tres meses después de la intervención militar, incluyendo las sanciones, la referencia para compra de derivados entre abril y mayo se elevó en 29%, pero iniciando junio el incremento es de 39% comparado con los valores del mes de enero de este año.
Claramente se observa el por qué en Panamá el Galón de los derivados ha subido a los niveles actuales.
No es obra ni del Gobierno Nacional, ni de las petroleras, ni mucho menos.
Son simplemente las consecuencias de la activación de alguno de los factores distorsionantes mencionados y cómo este repercute en el devenir económico mundial.
Los reclamos de algunos sectores de la sociedad para que el Gobierno tome decisiones para mitigar los efectos antes mencionados son entendibles.
A todos por igual nos afecta el bolsillo, no solo a quienes tienen el transporte colectivo y selectivo como medio de vida, sino a todos los que tenemos auto para ir a nuestros trabajos.
Igualmente afecta el precio de todos los rubros, energía, comestibles, ya que para que estos lleguen al consumidor requieren ser transportados y eso hoy es más costoso.
Es fácil decir, para algunos dirigentes, que el Gobierno puede adoptar medidas similares que gobiernos vecinos han realizado, pero desconocemos si esos mecanismos le son prácticos a Panamá, incluso si sería legal ejecutarlos.
Por ejemplo, congelar el precio del combustible o eliminar el impuesto al combustible, pues déjenme decirles que eso se puede solo si se encuentra la Renta Sustitutiva.
Es importante resaltar el hecho de que el precio del galón de los hidrocarburos en Panamá para el consumo público es determinado por la Fórmula de Paridad, la cual fija dicho precio cada 14 días.
Este mecanismo reconoce el precio de factores como costos del barril, el flete, los seguros, carta de crédito, operación en las terminales, margen de comercialización, entre otros, y cada uno de ellos aporta un porcentaje al valor del precio final del galón de los combustibles.
A excepción del Impuesto que cobra el Gobierno por cada galón de gasolina sea de 95 o 91 Octanos es de US$0.60 (60 centésimos) y para el Diesel bajo en Azufre US$ 0.25 (25 centésimos), el resto de los elementos que componen dicha fórmula están fuera del control, manejo y/o manipulación del gobierno.
Hagamos números y consideremos que el Gobierno deje de cobrar los impuestos respectivos y veamos si se puede frenar la subida de los combustibles como sugieren algunos.
En el caso de las gasolinas, la diferencia en precio antes y después de la Invasión muestra una diferencia de US$1.48/galón y por el lado del Diesel la diferencia es de US$1.55/galón.
A estos valores, restémosle el impuesto respectivo ante lo cual las Gasolinas costarían US$0.88 menos por galón y en el caso del Diesel su precio sería US$1.30 menos por galón, lo que significa que estos valores representarían los incrementos del precio de los combustibles aun cuando se haya eliminado el Impuesto correspondiente.
Por lo tanto, este mecanismo como medida para estabilizar los precios no funciona. Sin embargo, dicha acción sí atenta directamente el precio del Tanque de Gas de 25 libras, el cual se subsidia y su precio al público se mantenga a precios muy bajos justamente porque con los ingresos del impuesto a los combustibles se financia dicho mecanismo.
Entonces, una medida exigida para mitigar el aumento del precio de los combustibles para una parte de la sociedad va en detrimento de otra gran cantidad de personas que consumen gas licuado para cocinar en casa y en pequeños comercios.
Si extendemos este ejemplo, el no cobrar el impuesto a los combustibles, impuesto que no solo pagan los trabajadores del sector transporte y quienes distribuyen alimentos, el resto de los mortales que asistimos en auto a trabajar seremos personas discriminadas lo cual atenta contra nuestros derechos de que no habrá ni fueros ni privilegios.
El ejemplo demuestra que a pesar de que se deje de cobrar el impuesto al combustible, los incrementos superan esa cifra, y mientras no cesen las hostilidades militares o los productores de petróleo decidan activar otras medidas, el precio seguirá subiendo.
Esperemos que el detonante de la guerra se supere en el corto plazo, ya que las secuelas en la economía mundial son tan vastas que se suman a las generadas por el Covid-19 y esto retrasa la recuperación de la senda del crecimiento económico.