Redacción – Panorama Económico (Fotos cortesía de Panorama Católico)
Panamá. – “Como panameños, atravesamos días de desconcierto, donde la democracia se resiente. El principal enemigo de Panamá no viene del exterior. No es una potencia extranjera. El verdadero enemigo somos cada uno de nosotros, en la sociedad, en la familia, en los negocios, en la religión. *Porque el verdadero enemigo se esconde dentro: es la corrupción y la impunidad
Corrupción que roba recursos que deberían ir a hospitales, escuelas y viviendas. Corrupción que convierte la política en negocio, y el poder en una puerta giratoria. Impunidad que permite que quienes traicionan al país, salgan caminando como si nada. Que hace sentir a la gente que “no vale la pena luchar”, porque “al final, todos hacen lo mismo”.

Pero el pueblo panameño no es corrupto por naturaleza. Es valiente, trabajador, solidario. Y por eso duele tanto ver cómo algunos se enriquecen mientras muchos apenas sobreviven. Panamá merece más. Merece justicia que no tenga precio. Instituciones que sirvan, no que se vendan. Un país donde nadie esté por encima de la ley. Por eso, la lucha contra la corrupción no es solo política. Es también moral, espiritual, ciudadana. Empieza en lo pequeño, en lo cotidiano, pero exige también un grito firme, una vigilancia activa y una conciencia despierta.
En esta liturgia, el clamor de justicia, de dignidad y de respeto a la voluntad popular, se eleva junto al canto de “¡Hosanna!”. Porque no queremos seguir siendo espectadores pasivos de quienes manipulan el destino de la nación desde la comodidad o el privilegio. Queremos, como aquel pueblo que salió a recibir a Jesús, ser protagonistas de un nuevo tiempo, donde la esperanza no sea sofocada por la corrupción ni la desigualdad, sino fecundada por la participación, el bien común y la verdad”.