Madrid, 5 nov (EFE).- La noción del «duende» de Federico García Lorca revive en el Museo Reina Sofía con la exposición «En el aire conmovido…», inaugurada este martes y en la que el centro de arte explora el poder transformador de la emoción a través de las obras y reflexiones de artistas y filósofos.
Cerca de 300 obras de más de 140 creadores transitan por lo emocional utilizando como medio la infancia, los pensamientos, las caras, los gestos, los espacios y las políticas, en un recorrido por 14 salas que sigue paso a paso algunos de los versos de obras cumbre del poeta granadino.
Se trata de «una mirada de un francés sobre la intensidad española en [la obra de] García Lorca, en la idea de duende y en las emociones en general», ha explicado el filósofo, historiador del arte y comisario de la exposición, Georges Didi-Huberman.
La emoción a través de la infancia
La muestra arranca con el manuscrito original del «Romancero Gitano» del poeta granadino, y ahonda en la mirada de los niños sobre el mundo a través de fotografías de Robert Capa y José Val del Omar, y obras de Goethe, Goya y Rossellini, entre otros.
La exploración de la conmoción continúa en el bloque de «Pensamientos», donde Didi-Huberman aborda la emoción a través de la «Alfabetización», materializada en la muestra en diferentes documentos de Aristóteles, Descartes o Darwin, y de la «Emancipación», representada por grandes pensadores como Kant, Freud o Nietzsche.
Fotografías de Michel Dieuzaide, dibujos de Picasso, o la serie de espejos «Aliento» de Óscar Muñoz, entre otros, guían al espectador a través de «Caras», donde la exposición profundiza en la expresión humana, y lo conducen hacia los «Gestos», donde conecta con obras de Auguste Rodin, Alberto Giacometti o Salvador Dalí.
El duelo y la lucha
El itinerario continúa en «Sitios», un bloque en el que las creaciones de Joan Miró, Simon Hantaï o Tatiana Trouvé reinterpretan el espacio como un entorno críticos, y que desemboca en «Políticas», que aborda el duelo y la lucha con cintas como «El caballo de Turín», de Béla Tarr y «La Rabbia» de Pier Paolo Pasolini.
El recorrido, que podrá visitarse hasta el 17 marzo, concluye de nuevo en la infancia, el lugar donde «la memoria y el deseo se mezclan», según explica Didi-Huberman, y donde «la inocencia permite una visión utópica», representada en la muestra con los dibujos de niños afectados por conflictos recopilados por Pierre Clastres.EFE