La economía panameña: sin capital humano educado que la sustente (2da. Parte)

Por Víctor Cruz- analista económico

Introducción

Anunciado el fallo de Inconstitucionalidad de la ley 406, en torno al contrato entre el Gobierno Nacional con la empresa desarrolladora del proyecto Cobre Panamá, la sociedad esperaba que los manifestantes que mantenían secuestrada a la sociedad panameña con los cierres, inmediatamente liberarían las vías para que los demás pudiéramos gozar del derecho cercenado como lo es el tránsito libre.

Sin embargo, para mí no era sorpresa, que los grupos magisteriales mantuvieran su huelga, esta vez NO por el motivo por el cual la iniciaron, sino porque el MEDUCA ante los llamados al retorno de clases y hacer caso omiso al mismo, esta entidad retiene los pagos, debido al incumplimiento de las labores docentes.

Hoy amanecemos con que el MEDUCA cede una vez ante la presión docente, y con ello aspira al reinicio de clases.  Qué pasará, pues nada, ya que el docente cobrará, y en vilo quedará como siempre el cierre del año escolar y por su puesto las clases no impartidas.

Premisas

  1. Existe una gran cantidad de docentes que cumplen a cabalidad con su trabajo, pero hay muchos que viven enquistados en el sistema y protegidos por los gremios.
  • El nivel de Escolaridad cada vez es menor a lo conseguido en décadas pasadas, tal cual se demuestra con cifras en la primera parte de este análisis.
  • El restablecimiento de las pruebas PISA y/o la realización de las pruebas CRECER o cualquier mecanismo de medición de los resultados educativos es vital mantenerlo, ya que al menos con dichos instrumentos el MEDUCA podría enrumbar la ruta educativa.
  • Es preocupante los 2 o 3 años de “Sobre Edad”, que muestran el 25% del universo educativo equivalente a 200 mil estudiantes.

Ante estas premisas, recalco nuevamente mi profunda preocupación respecto al nivel educativo resultante en las últimas tres (3) décadas el cual se revela ante la sociedad en términos que el estudiante panameño, en promedio, alcanza solo 10.9 años, entre los 15 y 24 años de edad. Es decir, el estudiante panameño llega si acaso a concluir quinto año o como suele decir ahora, “2do año de Media, peor si se le agrega los 2 o 3 años que Sobre la Edad mantiene el estudiante promedio.

Le pregunto a los docentes, en especial a los dirigentes, ¿saben ustedes que implica lo anterior?

El panorama que anteriormente describo muestra que, luego de 30 años el nivel de escolaridad del estudiante panameño solo alcanza un 5to año, por lo cual sus cualificaciones para asistir a la universidad o conseguir un trabajo con buena remuneración están lejos de materializarse.

¿Cómo se sustenta la economía hoy?

La República de Panamá se ha mostrado durante mucho tiempo como un país desarrollado debido a la cantidad de años mostrando un envidiable crecimiento económico.

Sin embargo, la realidad es otra, ya que estos números, en promedio, parecieran bañar a la población en su conjunto y eso no es así.

Los niveles de desigualdad o las brechas existentes en torno a la distribución del ingreso son enormes. Por ello, las cifras macro económicas que se manejan en términos de promedio son engañosas.

Dicho esto, procedo a evaluar el cuadro siguiente y los resultados educativos de los estratos poblacionales entre los 20 y 59 años de edad, que hoy participan en el mercado laboral panameño y compararlos con lo que resulta del sistema educativo.

Considerando que, en el Censo del 2000 la escolaridad alcanza 10.2 años; en el del 2010 es de 10.8 años y, en el del 2023 es de 10.9 años, indicábamos en la primera parte, qué en los últimos 30 años, nuestra educación lograba que el estudiantado solo llegara, si acaso, al 5to año de secundaria o como dicen ahora al 2do año de Educación Media.

Quiero destacar en este cuadro que el estrato de edad entre 55 y 59 años, tiene un Nivel de Escolaridad similar al que HOY expone el universo educativo que asiste a las escuelas.

Alguno dirá que es el mismo Nivel que hoy día, sin embargo, existe una enorme diferencia entre una cifra y otra, ya que lograr llegar a 5to año de secundaria hace 40 años atrás permitía más fácil la inserción al mercado laboral de ese momento, incluso a la universidad, ya que las competencias eran muy distintas que lo que actualmente exige el mercado laboral estos días.

Solo este dato permitiría concluir que la educación ofrecida hace 40 años era mejor que 40 años después, ya que el mundo cambia tan incesante y los avances tecnológicos crecen a ritmos exponenciales que la educación actual debiera ir aparejada con ellos.

 El resto de la información de la Educación en 2010 revela niveles de escolaridad superiores entre 2.5 y 3 años por encima de la media actual, pero ninguno de los estratos logra con esos niveles ir más allá de 1 año y medio de universidad.

Sin contar con la población que al 2010 termina la universidad y logra otros escaños de estudios superiores, la economía panameña tiene un serio déficit de capital humano.

Veamos ahora la base profesional que al 2010, logra insertarse y avanzar en estudios superiores, sean estos de Licenciatura, Post grados u otros.

Los resultados del Censo del 2010 muestran que la población educativa es de un poco más de 2.7 millones de personas de la cual, solo el 3% ha cursado estudios universitarios, más no ha terminado alguna carrera. Solo el 1.3% tiene título universitario y, únicamente el 0.3% ostenta un post grado, maestría o doctorado.

Si unimos ambas cifras podemos concluir que, la base de profesionales panameños que se desprende de los últimos dos (2) cuadros, alrededor de 110 mil personas equivalen solo al 3.2 % que sustenta la economía panameña. Todo ello sin entrar a evaluar las competencias que ofrecen nuestras universidades para lograr perfiles profesionales altos y con ello generar una productividad acorde a las exigencias del mercado y derivado de ello, buenos salarios.

Lo crítico de todo esto es que a medida que pasa el tiempo, aun cuando los estratos de edades entre 40 y 59 años, que expresan un nivel escolaridad que alcanza solo año y medio de universidad, poco a poco estos estratos, ante los cambios incesantes, no son tan viables en el mercado laboral si las personas de esas edades intentan cambiar de trabajo.

Pretender que, a partir de las cifras expuestas con niveles de escolaridad que no permiten al estudiante terminar siquiera la educación básica (Primaria y Secundaria), con lo que exige una economía moderna en rápido desarrollo cuyos avances tecnológicos crecen exponencialmente a cada segundo, y nuestro desarrollo económico depender exclusivamente de profesionales panameños, nos deja mal parados, ya que la educación no permite al estudiante desarrollar masa crítica y con ello la creatividad para enfrentar los desafíos de hoy, ni siquiera los del mañana inmediato.

Estos datos, y de seguro los resultados del último Censo, sustentan mi conclusión de que la economía panameña goza de una deficiente base educativa como para sustentar el devenir económico de nuestro país.

Urge que las administraciones gubernamentales futuras, tomen cartas firmes en cuanto a la mejora educativa del país y que la selección del docente se rija por directrices que garanticen la preparación básica del docente que ingrese al sistema mejorando simultáneamente una supervisión efectiva en cuanto al desempeño del mismo.

Tres décadas perdidas, sin contar lo que va desde el 2020 a la fecha, con mucho presupuesto gastado, ni siquiera invertido, como para seguir esperando que las cosas cambien, cuando parte de la ecuación, el magisterio, no permite ajustes serios a la educación que se debe impartir.

El famoso refrán que dice “De fuera vendrá, quien de tu casa te echará” dibuja lo que el mercado laboral refleja cuando muchos extranjeros logran plazas laborales, mientras el panameño se anota en las filas de la Informalidad con todo lo que ello acarrea.

Si los cimientos y el resto de la estructura de un edificio, no están bien diseñados y construidos, ese edificio no estará en condiciones de soportar una eventualidad mayor.

Así mismo funciona la educación. No se puede construir un buen profesional, sin buenos cimientos como lo corresponde a la educación y en gran medida al docente que la imparte.

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