- El crecimiento de la productividad es el mejor antídoto contra la inflación de los precios de los activos de las últimas dos décadas.
- El estudio destaca la necesidad imperativa de que tanto empresas como líderes políticos en economías avanzadas y emergentes fomenten inversiones para impulsar el crecimiento de la productividad.
Panamá – Durante los últimos 25 años, el mundo ha sido testigo de un notable avance en la productividad, con un incremento que ha multiplicado la mediana por seis, sacando a más de mil millones de personas de la pobreza en naciones como China e India. Sin embargo, esta tendencia de crecimiento no se ha replicado en América Latina, donde la productividad ha permanecido estancada en el mismo período.
El informe «Investing in productivity growth» elaborado por el McKinsey Global Institute (MGI), analiza el desempeño de la productividad en 125 economías a lo largo de los últimos 25 años, prestando especial atención a su estancamiento. El estudio destaca una lección crítica: es imperativo que tanto empresas como políticos en economías avanzadas y emergentes promuevan inversiones para acelerar el crecimiento de la productividad.
Sin un aumento en la productividad, los desafíos se intensifican, especialmente ante las oportunidades que brindan tecnologías como la inteligencia artificial generativa, y la necesidad de enfrentar el costo de vida, financiar la transición energética y prosperar en sociedades que envejecen.
Escasa inversión es la razón principal del rezago
La situación de América Latina y el Caribe es particularmente llamativa. Hace un cuarto de siglo, esta región se destacaba por su nivel de productividad, superando a otras regiones emergentes como China, India, Europa del Este y África Subsahariana, sin embargo, actualmente, su crecimiento productivo se encuentra por debajo del 0%, muy por detrás de las regiones anteriormente mencionadas.
Latinoamérica presenta el crecimiento más bajo en productividad entre las economías emergentes, incluso inferior al de muchas avanzadas, como América del Norte o Asia avanzada, estando solo por encima de Europa Occidental. Aunque el crecimiento de la productividad en la mayoría de las regiones emergentes fue alrededor del 2% entre 2002 y 2007, luego experimentó una caída. Como resultado, en general América Latina ha mostrado poco avance en 25 años, pero cuenta con algunas excepciones como Perú, Costa Rica y República Dominicana que crecieron en productividad durante ese período de tiempo.
De acuerdo con MGI, la escasa inversión es la razón principal del rezago de América Latina frente a otras economías emergentes exitosas. Chris Bradley, socio senior de McKinsey y director del MGI, señala que la inversión es crucial. En la mayoría de los casos, el aumento del capital por trabajador representa entre el 70 y el 80% del crecimiento total de la productividad.
A pesar de su bajo crecimiento productivo, las economías latinoamericanas han perdido empleos manufactureros, en parte debido a su dependencia de las exportaciones de materias primas, siendo la región con la mayor proporción de exportaciones totales de commodities en el mundo.
Acciones clave
Para las economías emergentes, adoptar estrategias de economías de rápido crecimiento, como China o India, podría ser clave. Esto incluye impulsar la inversión de capital hacia la urbanización efectiva, aumentar el tamaño y la productividad en los sectores de servicios y construcción, y fomentar una manufactura sofisticada y globalmente interconectada, todo dentro de un entorno empresarial atractivo.
Sin embargo, es menos probable que las soluciones convencionales, como la relocalización del sector manufacturero y el intento de modificar la composición sectorial, reactiven el crecimiento de la productividad. Aunque es valioso mejorar cómo medimos el PIB y la productividad, los factores que han contribuido a la desaceleración son reales y han tenido un impacto significativo, independientemente de cómo se midan.
Más allá de la inversión y la tecnología, el futuro crecimiento de la productividad se enfrentará a cinco grandes desafíos: el envejecimiento de la población, el trabajo híbrido, la importancia creciente de los servicios, las tensiones comerciales y las interrupciones en las cadenas de suministro, y la transición energética.