- En un entorno cada vez más digital, donde los algoritmos conviven con las amenazas y los datos son tan valiosos como el dinero, el verdadero activo de las instituciones financieras es la confianza. Pero ¿cómo se construye esa confianza en 2025?
Redacción – Panorama Económico
Panamá. – La revolución tecnológica ha transformado la forma en que operan los servicios financieros, pero también ha reconfigurado el mapa de sus vulnerabilidades. Recientemente, la inteligencia artificial, la computación en la nube y las plataformas descentralizadas se consolidan como herramientas fundamentales para la innovación y al mismo tiempo, como frentes de batalla ante amenazas cada vez más sofisticadas.
Según el Global Cybersecurity Outlook 2025, el uso malicioso de la IA generativa será uno de los mayores desafíos. Y aunque muchas instituciones ya integran estas tecnologías a sus operaciones, menos del 40% tiene protocolos claros para evaluar su seguridad. El resultado: un panorama de oportunidades, pero también de incertidumbre.
Frente a esta realidad, las estrategias de defensa ya no pueden limitarse a barreras tecnológicas. Hoy, la ciberseguridad es también una cuestión de cultura organizacional, de ética y de responsabilidad empresarial. Es en este punto donde algunas compañías han decidido dar un paso más.
Una de ellas es Topaz, empresa especializada en soluciones tecnológicas para el sector financiero, que ha comenzado a implementar un ambicioso Programa de Integridad que busca alinear la protección digital con valores de gobernanza, ética y cumplimiento. La propuesta es clara: no basta con tener buenas herramientas, también hay que garantizar su uso responsable.
“Las amenazas digitales no solo se enfrentan con algoritmos, también con principios. Por eso, estamos trabajando en un marco de integridad que refuerce la seguridad desde la raíz misma de la cultura corporativa”, afirma Jorge Iglesias, CEO de TOPAZ. “La confianza no se impone, se construye. Y hoy más que nunca, construirla requiere una mirada ética sobre la tecnología”.
El programa incluye un Código de Ética actualizado, un comité ejecutivo de cumplimiento, y canales de denuncia confidenciales disponibles incluso para aliados externos. En paralelo, la compañía ha reforzado su conjunto de soluciones tecnológicas de prevención de fraude y lavado de dinero, integrando tecnologías de machine learning para detectar operaciones sospechosas en tiempo real y reforzando la autenticación biométrica con IA.
Pero lejos de presentarlo como un producto más, Topaz lo enmarca como parte de una evolución necesaria: pasar de la simple digitalización a una transformación segura, transparente y sustentable.
Este tipo de iniciativas no solo responden a las exigencias normativas que están creciendo en toda la región. También representan una respuesta ante la pérdida de confianza que muchos usuarios sienten frente a la automatización. La premisa parece sencilla, pero se convierte en una ventaja competitiva: ofrecer tecnología sin perder el toque humano ni los valores esenciales.
En un entorno donde la sofisticación de las amenazas crece al mismo ritmo que la innovación tecnológica, la verdadera ventaja competitiva no está solo en lo que se implementa, sino en cómo se sostiene. Para instituciones financieras que operan bajo altos estándares de cumplimiento y exigencia, contar con aliados que entienden tanto el riesgo como la regulación es esencial.
Topaz no solo desarrolla tecnología; la acompaña de principios, estructuras de gobernanza y una comprensión profunda de los desafíos del sector. En 2025, seguridad no es solo protección: es integridad, transparencia y visión a largo plazo. Y esa, precisamente, es la apuesta de Topaz.