Por: Aquilino Ortega Luna- periodista
Una máxima del Fútbol mundial destaca: «la mejor defensa es el ataque», una especie de asignatura que el onceno panameño no parece haber cursado y si la tomó, todo indica que la reprobó de forma indefectible.
Mientras el combinado de Panamá salga a la cancha para evitar ser goleado, bajo el mezquino pensamiento de solo participar y no competir, pasaremos instracendentes en los torneos mundiales y regionales de Fútbol.
La Roja debe dar un ejemplo de trabajo disciplina en la cancha y enfrentar sin complejos a los adversarios supuestamente superiores y más fuertes, sin dejar de lado el exaltar la dignidad del país.
La Selección Nacional debe perseguir los objetivos hacia la victoria con dedicación, perseverancia y pasión, aprendiendo en cada paso del proceso y disfrutando del camino recorrido, pero siempre con la mentalidad de hacer lo mejor en cada partido.
Se ha hecho una costumbre que cada vez que enfrentamos a un «grande del fútbol» mundial o de la región, nos pase por encima porque entramos a la cancha con «complejos o temor» a ser goleados en vez de salir a trascender en cada encuentro, sin importar el tamaño del «monstruo» futbolístico que tengamos por delante.
Hace varios años, enfrentamos y empatamos sorpresivamente a un gol, con el cinco veces campeón del mundo Brasil, hicimos un partido «digno» y que quedó para la posteridad en un cofre como una especie de joya futbolística.
Pero todo se quedó de ese tamaño, con la proeza de Julio Daly Valdez y sus discípulos, el miedo posterior demostrado por los sucesores del colonense en la dirección técnica de la «Roja», la sepultaron en las arenas movedizas del olvido.
«Quien dijo miedo» debería ser la consigna de Panamá donde compita en fútbol, no importa si el rival es un «monstruo o un gigante» en la cancha con un historial de logros y trofeos en el balompie internacional.
Países de Europa como Holanda con su «fútbol total», o de África como Nigeria, con su «fútbol rápido y habilidoso», impresionaron al mundo de fútbol, porque intrudujeron su estilo con autoridad, sin complejo ni displincencia, estableciendo el respeto frente a los considerados en su momento, como los grandes en el engramado.
O cambiamos el sistema juego, o simplemente remplazamos a un técnico expecialista en resultados a medias, como Cristiansen, eterno ganador de segundos lugares.
Panamá debe renunciar al «complejo de inferioridad» y competir en cada certamen de la región o del mundo, con la idea de ganarlo o al menos marcar una tendencia novedosa y diferente entre los que miran su avance en el fútbol.
Ya basta de jugar partidos a no perder, cuando podemos ganarlos, se hace imprescindible trascender en la historia cercana o lejana.
Las competencias regionales o mundiales de fútbol se establecieron para competir e intentar ganarlas, cualquier otra intención no es más que el resultado de un eterno complejo de inferioridad.
El «miedo escénico» demostrado durante el inicio del partido contra el onceno de Uruguay en el primer juego de la Copa América 2024, le pagó réditos negativos a los mimados de Cristiansen.
Lo anterior se vio evidenciado, cuando en la segunda parte del cotejo, «la Roja» enarboló el pensamiento «quién dijo miedo», se arriesgo y pudo haber vacunado a los charruas con al menos dos goles.
Es bueno destacar, que ganar no solo significa vencer al rival, sino también superarse a uno mismo, y la Roja debe hacerlo pensando en el futuro.
Con la derrota se puede ganar en experiencia, en confianza, en autoestima, en alguna faceta, incluso en humildad al reconocer que el otro ha sido superior y que la próxima vez nos podemos esforzar más.
La Roja debe dar lo mejor en cada partido o competencia
que tenga por delante.
Pero la victoria no debe ser el único objetivo, también se debe buscar el crecimiento y los valores auténticos de la victoria, los ganadores no deben actuar solo en benéficio propio, sino de todo un país.
Los que trascienden en la historia no tienen miedo a perder, aprenden de la derrota, se esfuerzan y continúan mejorando en lo que hacen, más allá de si consiguen o no la victoria.
Finalmente es bueno destacar que si no cambiamos el pensamiento al «medir fuerzas» futbolistística contra la selección de los Estados Unidos, todo será más de lo mismo, una especie de crónica de una muerte anunciada, con una corte alrededor del féretro de lloronas y llorones amantes del fútbol.