Por Víctor Cruz- economista
El Presupuesto General del Estado presentado recientemente a la Asamblea Nacional muestra un nivel de ajuste sustancial debido al desastre fiscal heredado por la actual administración.
Para mí no es sorprendente ese recorte del 15% y lo que eso implique en torno a las proporciones que correspondan a cada entidad.
He manifestado en múltiples ocasiones que la pasada administración se excedió en apalancar excesivamente el presupuesto del Estado y los niveles de nuestra Deuda Pública así lo confirman.
Y de manera responsable, creo que el Ministro Chapman, hace lo justo para ir de a poco equilibrando la gestión gubernamental, con los exiguos recursos fiscales que se tienen a la mano.
Analicemos el porqué del retiro del Presupuesto.
La Asamblea cumpliendo con su función le indica al Ministro Chapman algunas situaciones que parece fueron obviadas al presentar el Presupuesto, a saber:
- Ley de Responsabilidad Social Fiscal indica que el Déficit contemplado debe ser 1.5% del PIB, sin embargo, si no se modifica dicha Ley el monto que representa ese porcentaje debe respetarse y ajustarse en cifras en el proyecto de Presupuesto, pero el Gobierno ya tiene lista dicha ley y próximamente será presentada a la Asamblea. No veo que eso sea problema alguno ya que el presupuesto presentado inició su proceso de aprobación.
- En cuanto al período de 40 días luego de iniciada la nueva administración, hay que ser muy iluso para presentar la hoja de ruta del gobierno para el próximo año, a sabiendas de los enredos financieros encontrados a la fecha y que, de no hacer ajustes serios, se convertirán en cómplices de dicho desastre.
- La exigencia por ley de otorgarle al sector educativo determinado porcentaje para su funcionamiento creo que debe ser revisado seriamente debido a los resultados académicos que año a año muestra dicho sector a la sociedad panameña.
Si no se miden los resultados institucionales, los recursos se gastarán sin entregar los réditos que correspondan y el mejor ejemplo de ello ha sido la irresponsabilidad financiera con la cual el gobierno anterior manejó la cosa pública, al punto de perder nuestro Grado de Inversión, lo cual le hace más difícil al gobierno actual financiarse a mejor precio.
Uno se arropa hasta donde la manta dé.